Archive for June, 2008

BITÁCORAS DE SOLEDAD – libro de relatos de Héctor Domingo (México)

 
Acaba de salir el libro de relatos BITÁCORAS DE SOLEDAD (ISBN
978-1-4537-1915-6), de la autoría del prometedor escritor mexicano Héctor
Domingo (Arandas, Jalisco, 1971–), quien ya ha publicado tres libros de
cuentos para niños, además de varios relatos para adultos en revistas
latinomericanas, y tiene sitio propio en:
www.hectordomingo.com.mx

Incluye el cuento ‘Bonfilio’, que ya fue publicado en el No 19 (enero de
2008) de la revista electrónica mexicana SEXTANTE (véase mención en esta
bitácora, entrada 23-1-08).

A continuación podéis leer mis comentarios sobre este libro.

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La bitácora es, tradicionalmente, parte de un bajel marítimo, el armario cerca del timón donde se guarda la brújula y, a su lado, un cuaderno que narra el historial y el hado de la nave y es pertenencia del capitán. A la vez, hoy día en el idioma castellano el término cuaderno de bitácora, o, lacónica y metonímicamente, bitácora, ha pasado a ser alternativa casticista para significar algo bien moderno, el diario de a bordo de una mente o vida individual que en el hegemónico inglés se llama weblog o, corrientemente, blog, tomando su origen de ese mismo cuaderno de bitácora, que en aquel idioma es logbook o log. Quien como Héctor Domingo elige denominar sus relatos de bitácoras se encuentra, así, a medio caballo entre tradición y modernidad, bicéfalo como un Jano, una de cuyas cabezas mira una tradición literaria de aventuras mientras la otra contempla el universo presente y futuro de las redes.

 

Hallamos en la cubierta del volumen una sugestiva imagen: la de una botella lanzada al mar, en cuyo interior hay una hoja portadora de algún mensaje. Aquí el lector pensará en ese gran cuento marítimo de Edgar Allan Poe, ‘Manuscrito hallado en una botella’ (‘MS. Found in A Bottle’), relato que ya tuvo vástago latinoamericano en el ‘Manuscrito hallado en un bolsillo’ de Julio Cortázar. La narrativa onírica y fantástica del cuento de Poe, diario de a bordo de un ex-anticuario que viaja en dos navíos, uno real que naufraga y otro fantasmal que lo lleva a un terrorífico destino, se redacta con material de escribir que el protagonista consigue pillar de la cabina del capitán. De algún modo, así, el relato del gran norteamericano es no sólo mensaje echado al mar sino también una suerte de bitácora.

 

Es cierto que la bitácora de la época cibernética se estructura según un principio de cronología invertida, apareciendo en primer lugar los eventos más recientes. En ese aspecto, estos seis relatos, las bitácoras de Héctor Domingo, son más tradicionales, pues conservan la cronología creciente (en vez de decreciente) de la narrativa linear más familiar. No obstante, estas seis bitácoras forman una secuencia inédita, pues aunque cada cuento nos da a conocer a personajes diferentes, la secuencia de las entradas nos conduce desde el mes de enero en el primer relato hasta el de diciembre en el último, así constituyendo a sus ficticios sujetos como protagonistas de un año ritual (si bien un año que no llega ni a Navidad ni a Saturnales, pues todo acaba cuando amanece un enigmático 12 de diciembre …).

 

A través de esos seis relatos, conocemos a una serie de personajes que rechazan, o a quien se les quita, los lazos familiares que los amarran a la sociedad. Hay empleos que se pierden, contratos que se anulan, expulsiones de domicilio, gente a quien se secuestra o a quien se interna por enfermedades inexplicadas. A la vez y no obstante, cada cual de estos protagonistas sin timón ni brújula tiene su cuaderno y escribe su bitácora, relación que constituye su propia historia y en cuya composición se autoobserva, autocomenta y, a fin de cuentas, autodefine. Son bitácoras de soledad, y en ellas hay soledades terribles, epopeyas de la comunicación frustrada, del anhelo por una solidaridad inalcanzable, que podrían recordar al José Saramago de una novela como Todos los nombres. Al tiempo y pese al extraño ambiente de enajenación que domina en el universo de estos cuentos, hay, como en Saramago, siempre un corazón humano que late, que rechaza la deshumanización de lo cotidiano y anhela una alternativa utópica y tal vez, quién sabe, incluso posible – utopía que luce en el mismo acto de escribir, de compilar, de crear y autocrearse a través de esa actividad, hoy día eminentemente actual, de ir urdiendo y tejiendo esas narrativas del ser en evolución que nosotros, como los buenos hijos del ciberespacio que ya somos, llamamos bitácoras.

 

Christopher Rollason, 2008

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Esta reseña ha aparecido también en el número 30 (sept de 2008) de SEXTANTE (cf. mención y url arriba) – véase entrada para el 10-X-08.

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NOTA 1), añadida el 8-I-09:

 He traducido yo mismo el relato "BONFILIO" al inglés. Para información, véase esta bitácora, entradas: 4-I-09.y (para la publicación de la traducción en la revista india PROSOPISIA) 25-VI-09 

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NOTA 2), añadida el 30-VI-09:

Ha salido una 2a edición del libro de Héctor:

Guadalajara: Ediciones de la Noche, 2009, ISBN 978-970-764-741-1

Para fotos del estreno de esta edición, véase entrada del mismo 30-VI-09 en esta bitácora.

 

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Nota 3), añadida el 2-VII-09:

 

En su libro de relatos BITÁCORAS DE SOLEDAD, Héctor Domingo ha sabido apropiar para fines literarios algunas características del género cibernético que se denomina blog/weblog/bitácora, fechando los eventos de sus narraciones a través de la duración de un año calendario (si bien no utilizando la cronología al revés que caracteriza las verdaderas bitácoras, sino la clásica, la lineal). En este marco, cabe mencionar otra obra literaria reciente que emplea parecida estrategia. Me refiero al poemario CUADERNO DE BITÁCORA, de la autoría de Borja Menéndez, publicado en 2008 (107 páginas, Madrid; Ediciones Antigona: http://www.edicionesantigona.com). El poema principal de este volumen (hay más poemas sueltos al final) se estructura, al igual que el libro de relatos de Héctor Domingo, como un "diario de a bordo" (aunque, aquí también, observando la clásica cronología lineal), constituyéndose como una secuencia de subpoemas, cada uno encabezado con una fecha, del 1 de enero en adelante (otra vez como en el libro de cuentos del mexicano). no todos los días están representados, saltándose, por ejemplo, del 5 al 9 y del 9 al 13 de enero. Los (sub)poemas son lacónicos y casi imagistas, privilegiando la intersección entre el mundo del conocimiento y el de la temporalidad. Citemos éstas líneas, de la página 30: ‘Al fin el viaje termina,/ casi como empezó,/ frenazo, empujón y tosido./ Es la próxima parada/ Ciudad Universitaria.’ Borja Menéndez también tiene su bitácora propiamente dicha, en donde aparecen otros poemas, en: http://elalmagesto.blogspot.com.

 

 

 

RELATO DE CRISTINA GALEANO: “EL JUEGO DE LAS CASITAS”

EL JUEGO DE LAS CASITAS

 

“¡Rrrriiiinngg!“ Sonaba el timbre en medio de un revuelo de palomas. Allí estaba Valeria, desde su media docena de años, con su contagiosa sonrisa, apurando mi respuesta:

— Beatriz, ¿está Mariela?

 —Pasa, tu amiga está en su cuarto.

 

 Sin hacerse rogar y sintiéndose como de la casa, ella me guiñó un ojo traviesa. Una rubia muñeca asomaba debajo de su brazo, moviendo al festón de su vestidito rosado.

Su peculiares saltitos hacían subir y bajar a sus armados bucles castaños. ¡Eran tan parecidos a los míos…!

Sin embargo, eran sus bailarines hoyuelos de duende los que me contaban de alguna pícara travesura que ella se traía entre manos, y también, los que me hacían distraer de lo que estaba haciendo al sonar el timbre: la leche se derramaba y, ¡las tostadas se me estaban quemando!

 

 Tú Mariela, como un viento perfumado y con las mejillas sonrosadas aparecías en medio de mi correr hacia la hornalla. Tus rubias coletas y sus cintas color arco iris, me demostraban que aquel apartamento 4, aunque fuera interior, siempre gozaba de un sol brillante.

 

Por supuesto, al instante, captaba sus risueños cuchicheos cómplices que iban de la mano de aquel acarreo constante…

 Ustedes dos, ¡qué hormiguitas laboriosas! Iban juntando objetos variados que encontraban de camino; desde mi nuevo saco de lana hasta aquella muñeca que lloraba incesantemente, desde chiripas de tu hermana hasta toallas y sábanas recién lavadas. ¿Y adónde las llevaban? ¡Siempre al mismo lado! Hacia debajo de la mesa del comedor, allí donde pasaban horas y horas jugando al juego de las casitas.

 

En aquel trajín se iban sumando tacitas y platitos de té de plástico, manzanas de verdad que salían de mis placares, talcos, peines y frasquitos perfumados. Pero, en realidad, lo que más me asombraba, era lo bien que colgaban desde el vidrio de la mesa hasta el piso del monolítico, aquellas sábanas y toallas que oficiaban de paredes infranqueables…¡Con qué urgencia las veía apurarse para cerrar aquella puerta de entrada! ¡Con qué pícara sonrisa de oreja a oreja me decían ¡hasta luego!, antes de acomodar el último pliegue de la sábana…! Ustedes dos ya se convertían, ni más ni menos, que en madres en miniatura, en desenvueltas amas de casa; y, sacando mucho pecho, en dueñas de aquel espacio.

 

 ¡Cuántas veces lograban desmadejar historias verosímiles y otras, realmente fantásticas…! Pero lo que más me conmovía y me hacía suspirar, eran aquellos arranques de novelería y ternura, con los que hábilmente tejían todo aquello que algún día sería el vívido recuerdo de vuestra infancia.

Con curiosidad yo me preguntaba: “¿Se darán cuenta Mariela y Valeria que en este momento, están hilvanando en un recorrido indeleble a sus propios sueños de madres adultas?“

 

 Ellas, para sacarme de tan seria pregunta, como desde una cajita de música me hacían escuchar esta melodía:

 —Cuando seamos grandes vamos a vivir juntas en la misma casa con los niños (de los maridos no hablaban). ¡Vamos a conocer lugares preciosos! (de trabajo y dinero tampoco se preocupaban) ¡Vamos a tener un perro enorme de raza! (dónde viviría, ni lo consideraban)

 

 Entrecerrando los ojos, yo recordaba mi media docena de años, en receso de cuadernos y lápices, jugando con mi prima Gaby… Pero, como daba la casualidad, que justo estaba parada, frente al espejo del aparador que había sido de mi madre, ¡no podía hacerme trampas al solitario…!

 “¡Cuántos centímetros había crecido desde aquel verano! ¡Cuánto más estilizada estaba…! ¡Oh! ¡Qué horror! ¿Cómo podré alisar a mi cabello tan ondeado?“

 Al encaminarme a mi cuarto en busca del cepillo pensaba: “Le preguntaré a Gabriela si se acuerda dónde están guardadas aquellas muñecas“…

Sin embargo, al chocarme con la cama grande, un tintineo de campanita me recordaba otro instante de mi vida, aquel: “Sí, acepto en las buenas o en las malas, hasta que la muerte nos separe“. ¡Ahora sí que estaba del otro lado de aquel mundo de niñas – madres…!

 

 En un segundo, de la ternura al pánico, se me iba transfigurando la cara…

¡Con qué desesperación, en un ataque de fantasía me esforzaba por imitar a aquel oportuno movimiento de nariz de”Hechizada“…! Caía recién en la cuenta, de que a la una en punto, las niñas deberían estar con uniforme, entrando a la escuela.

Rápidamente pues, muy orgullosa me dirigía a mis escasas ollas compradas en cuotas. Sólo restaba descolgar de detrás de la puerta al delantal buchón, que había conocido mis primeros nefastos experimentos culinarios…

Ya coincidíamos con mis vecinas de enfrente…

—¿Qué cocinaré de rico? ¡Ese, era nuestro desafío cotidiano!

 Preguntas como éstas habitualmente surgían mientras yo le ponía la sal al agua:

—“Mariela, ¿no te parece que tendríamos que abrigar un poco más a los niños?“ “¿Adónde podríamos llevarlos a pasear con este frío? “ “Valeria, ¿ya será la hora de hacer la comida? ¿Qué torta haremos para la merienda?“ “Mmm, me parece que el bebé tiene sueño, le voy a poner el pijama. ¡Chist, niños! ¡A dormir un ratito!”

Yo, como buena vecina chusma, sentía el despliegue de ollas, tacitas y frasquitos; escuchaba suspiros por falta de abrigos o por quintos de fiebre, me asombraba por cuantas aceitunas le ponían a aquella tarta salada y,…por la cantidad de chocolate que bañaba alguna torta de cumpleaños.

¡Qué gracioso era aquello! Mientras yo hervía el arroz, ellas, tomaban té con masitas, mientras, lavaba ropa a mano, ellas se deleitaban con milanesas con papas fritas, y mientras yo hacía las camas,… ellas, llevaban a toda la prole y a los dos perrazos a pasear al parque.

¡Qué rápido se iba la mañana! ¡Qué pronto sonaba el timbre de Susana desarmando el campamento, con el uniforme de Valeria flameando en la mano…!

¡Qué rápido pasaron los años! ¿Qué fue de las tres protagonistas de este cuento? ¿Adónde las llevó la vida? … ¿Seguirán siendo Mariela y Valeria, tan amigas como antes?

 

Para comenzar con las respuestas, el hijo de Valeria de 9 meses, se llama Enzo Mauricio, y Facundo, el hijo de Mariela, mi nieto más pequeño, es una belleza de siete meses.

 Valeria, vive en Estados Unidos desde hace unos años, y Mariela, con su esposo, en Montevideo, en una linda casita, justo frente a la mía.

 Por supuesto, sería lo máximo para estas dos laboriosas hormiguitas, visitarse cuando se les diera en gana, intercambiar bebes en sus regazos, agasajarlos con purecitos dulces o salados, sentar un bebé al lado del otro en la calesita del parque.

 ¡Pero algo sucedió…! Ahora, ellas ya reconocen esa tensa línea que marca el límite, entre los logros y los sueños, entre el hoy y el mañana, entre la realidad y la fantasía,… entre los hijos y los padres. Y por supuesto, también, aprecian la diferencia, entre el teléfono de baquelita y la cámara web con pantalla plana … A través de ella, se ven y se comunican a diario, confirmando una vez más, que la amistad es el riego diario de una flor, …y que la cercanía emocional no depende de los kilómetros de distancia.

 

Es común al caer de cada tardecita, encontrar a Valeria en la pantalla de la computadora de la casa de Mariela. Ella conserva los mismos hoyuelos en las mejillas, la misma mirada traviesa; evocando el olor a tostada quemada, la imagino entrar con su muñeca.

 De este lado de la pantalla, derrochando ternura por sus lindos ojos almendrados, y siempre al firme, ¡allí esta Mariela! Observa, escucha, reflexiona, saborea al máximo cada movimiento, cada palabra de su amiga, igual que lo hacía debajo de la mesa del apartamento 4. ¡Cómo se ilumina el rostro de mi hija…!

También pasan aceitunas o chocolate en alguna receta, precios de Baby Gap, monosílabos de sus retoños, colores, alegrías o tristezas.

 

Por mi parte, a pesar del cuarto siglo que me ha caído encima, mantengo la figura bastante estilizada, la sonrisa a prueba de agua, y la ilusión por abrir una ventana. Ya no me haría aquel espantoso brushing, ni siquiera para ir a dormir. ¡Ahora asumo y me encantan mis rulos rojizos, esponjosos y ensortijados…!

 Todos los tamaños necesarios de ollas están guardados en mis placares, y mi delantal ya no es paleta de pintor, ¡agradece la experiencia de los años!

Con mi siempre amado y otrora flaco marido, vivimos en una casa bastante grande para dos, pero suficiente para albergar bajitos inquietos. Quizás algún día, llegue el momento de achicarnos a las dimensiones de aquel apartamento 4, o de vivir más cerca del mar, de la línea del horizonte.

 

 ¿Valeria y Mariela? Como ya crecieron, aprendieron mucho de la vida con:”Caminante no hay camino, se hace camino al andar… “,que canta Serrat, a cada generación, que crece y adolece en todo el planeta…

 

 Y lo que sí sabemos las tres con total certeza, ¡es que nunca hay que dejar de soñar, por más dura que sea la realidad! Fue por eso, que en un día nublado salió el sol con estas palabras:

—Sabes, mamá, Valeria vendrá a pasar las fiestas con su familia. ¡Llegará justo para ver a Facundo soplar su primera velita!

 En ese momento, pasó por mi mente una de mis queridas escenas de las laboriosas hormiguitas en un día cualquiera. Se preguntarán: “¿Qué haremos de rico?“, mirando las ollas de acero de Mariela. Y a continuación dirían graciosamente: “¡Chist, niños, a dormir prontito! ¿Se harían entonces las muy enojadas?

 

 Pero como todo parece un cuento, ellas ya llegaron a mis años, de dueñas de delantal buchón y de cabellos prensados… Ahora son ellas las que recuerdan muñecas, batitas, sábanas y frasquitos de perfume. Son ellas las que amplían poco a poco su batería de cocina, ¡on ellas, las que algún día no podrán entrar al mundo de fantasía de los hijos que les dio la vida.

Lo que sí sé por mi parte, es que desde la casa de enfrente, con una sonrisa voy a recordar sus carcajadas; y comprenderé una vez más, al verlas con sus hijos en brazos, ¡que ese es su propio espacio! Trataré también de no hacerme la distraída cuando me mire en el espejo del aparador de roble que está frente a mi ventana. Allí recordaré mis temas pendientes, mis sueños aún realizables, a la ley de la vida que es una acumulación de círculos interminable…

 Consultaré entonces a mi colorido y novedoso reloj pulsera, y le pediré con mi siempre resto de fantasía a la inolvidable “Hechizada“, que apure un poco más los pasos de mi amor, para que regrese bien prontito a casa.

 

 Libro- “Cosas que pasan”

 Autora- María Cristina Galeano

cristinagaleano@netgate.com.uy

www.regalato.wordpress.com 

 

A CONVERSATION ON INDIAN WRITING IN ENGLISH: Nilanshu Agarwal, Ludmila Volna, Christopher Rollason

Now online, on my Yatra site at.

 

http://yatrarollason.info/files/interviewChristopherandLudmilarev.pdf

is: Unearthing of Indian Writing in English: Conversation with Christopher Rollason and Ludmila Volná. The conversation is between myself and my fellow India scholar Ludmila and Dr Nilanshu Agarwal of Feroze Gandhi College, Rae Bareli.  The conversation roams over multiple issues of Indian Writing in English – the writing itself, criticism, translation and more.

 

Extract:

 

NKA: What are the problems of Indian English criticism? What do you think are the major issues before Indian critics? Are these critics following the ancient Indian tradition of Rasa, Dhwani and Alamkara? Or are they playing ‘the sedulous ape’ to the western critical tools? Are there certain attempts to evolve an individual perspective, different from the ancient Indian aesthetics and western critical theory? There is an onslaught of theory from the West. Are the Indian critics able to maintain a separate identity? Who are the major contemporary Indian English critics who have evolved a new and innovative approach in their critical works?

LV: Indian critics should follow their own way – which does not mean an absolute rejection of Western criticism. I feel, nevertheless, that they should also try to set the critical approaches relevant for Indian writing on Western critical circles and be sceptical towards any post-colonial theory which is subject to simplifications or distortions with regard to the specific features of Indian culture and literature. Indian critics should certainly not allow any kind of theoretical colonization. Theories like dhwani-rasa have not yet found their way into broader critical circles. On the other hand, IWE has already its own well-established tradition of Indian critics, starting with Srinivasa Iyengar, Prema Nandakumar, or C.D. Narasimhaiah, and going on with names like Harish Trivedi, Vrinda Nabar, Meenakshi Mukherjee, Subhendu Mund, GJV Prasad, Nilufer Bharucha and many others, all of whose approach can be classified as a singular contribution to Indian English criticism.

CR: There are very significant names in Indian criticism – Harish Trivedi, GJV Prasad, Meenakshi Mukherjee, Gayatri Spivak – but, alas, how well are any of them known in the West outside the ambit of postcolonial studies, or perhaps tranalation studies? This said, surely Indian critics wishing to make their mark internationally would do best to master both Indian and Western points of view? Still missing is the Indian critic who will bring rasa theory to the outside world’s attention as an alternative to Aristotelian perspectives.

 

NOTE ADDED 6 May 2009:

This interview has been published as:"Unearthing of Indian Writing in English: A Conversation", in The Quest: A Journal of Indian Literature and Culture (Ranchi, India), Vol. 22, No 2, December 2008, pp. 53-63 (see blog entry for 21 December 2008); CONFLUENCE: SOUTH ASIAN PERSPECTIVES (London), April 2009, pp. 14-15 (see blog entry for 6 May 2009);  in: Impressions (on-line journal, Meerut, India), 2, 2008, http://impressions.50webs.org/4_intrvw.htm; and in: Muse India (on-line journal), 23, January-February 2009, www.museindia.com