Sobre la ya conocida candidatura del famoso cantautor estadounidense Bob Dylan al Nobel de Literatura, llamo a vuestra atención un texto de valor sobre el asunto que salió el otoño pasado en ¿QUÉ PASA?, publicación del periódico chileno LA TERCERA. Huelga decir que en ese año de 2007 no ganó el Nobel Dylan (la galardonada fue Doris Lessing). No obstante, la campaña parece que sigue en aceleración …
Detalles:
29 Septiembre 2007, revista ¿QUÉ PASA? (La Tercera):
Artículo: http://www.icarito.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_301130673,00.html
Gonzalo Maier:
"Bob Dylan: Rumbo al Nobel "
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SUMMARY IN ENGLISH
On the by now familiar issue of Bob Dylan’s candidacy for the Nobel Prize for Literature, an interesting article appeared in the Chilean press in autumn 2007. Needless to say, Dylan did not win the 2007 Nobel – the honour went to Doris Lessing. However, this article suggests that the campaign is gathering momentum.
Details:
29 Sept 2007, magazine ¿QUÉ PASA? (La Tercera newspaper):
http://www.icarito.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_301130673,00.html
Gonzalo Maier: "Bob Dylan: Rumbo al Nobel "("Bob Dylan: Heading for the Nobel")
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The article outlines the history of Dylan’s Nobel candidacy, stressing the roles of the late John Bauldie and Allan Ginsberg and that which Prof. Gordon Ball, of the Virginia Military Institute, plays every year in sending the dossier to Sweden. It emerges that Dylan’s claim has been endorsed by previous Literature Nobels including Eugenio Montale and Camilo José Cela, as well as writers like Ian McEwan. Gordon Ball is cited as stating in 2007 that the King of Sweden had publicly praised Dylan’s poetic and musical brilliance. The article contains considerable evidence that by now the Swedish Academy considers Dylan a serious candidate.
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EXTRACTOS EN CASTELLANO
El autor repasa de la historia del nombramiento de Dylan al Nobel y examina las perspectivas actuales para que le sea otorgado el galardón. Extractos:
‘El origen de la asociación, eso sí, tuvo más de empresa interoceánica que de simple postulación burocrática. El improvisado lugar fue la ciudad de Oslo, en Noruega, en donde dos amigos, sin pensarlo demasiado, decidieron que lo de Dylan era demasiado bueno para no ser considerado alta literatura. Gunnar Lunde y Reidar Indrebø poco tenían que ver con la Academia y los premios: eran un abogado y un periodista, respectivamente. Ellos, a raíz de las bases del premio, no podían llevar la nominación donde sus vecinos suecos, pero tampoco tenían la intención de dejarlo pasar. Entonces se les ocurrió pedir ayuda al poeta estadounidense Allen Ginsberg, el barbudo de la generación beat que, a fin de cuentas, pasó a la historia durante los mismos años en que Dylan dejaba la guitarra de palo y enchufaba la eléctrica. Ginsberg, un fanático de Dylan, fue el intermediario responsable de responderles a los noruegos y de echar la maquinaria a andar. Él contactó al periodista inglés John Bauldie, quien había publicado varios libros sobre el cantante, y juntos decidieron que lo primero sería comenzar a construir una red de apoyo en las universidades. Luego vendrían los medios y la tarea, como anotaba Bauldie en 1996, duraría años hasta que el mundo se convenciera de que Dylan era un poeta mayor.
En un comienzo fueron dos cartas. La primera firmada por el mismo Ginsberg y la segunda por un académico capaz de poner su firma para auspiciar a un cantante. Y para eso estaba Gordon Ball. Él, por esos días, hacía clases de Literatura en Lexington, Virginia, y sólo había estudiado a los desenfrenados poetas de la generación beat y, en especial, al mismo Ginsberg. Entonces el poeta fue donde el profesor y le preguntó qué le parecía Dylan. La respuesta se transformó en dos sobres que cruzaron los 6.860 kilómetros que separan al estado de Virginia, en Estados Unidos, de la calle Sturegatan número 14, en Estocolmo, el edificio de piedra en donde el comité admite postulaciones hasta el 1 de febrero de cada año. Dylan, por supuesto, no ganó en 1996 y la poeta polaca Wislawa Szymborska se llevó los honores.
Parecía ridículo pero no lo era. Durante la segunda candidatura, al año siguiente, firmas como las de los nobeles Camilo José Cela y Eugenio Montale se sumaron a las de académicos de Cambridge, Londres y de decenas de universidades estadounidenses como en una bola de nieve que no paraba de crecer. Hoy, según el escritor argentino Rodrigo Fresán, miembro de la invisible y fiel secta dylaniana y traductor al castellano de sus letras -condición necesaria para ganar este premio: a más traducciones, mejores opciones-, "si Bob Dylan gana el Nobel, el que sale ganando es el premio en sí, pues abre el juego y oxigena el ambiente". Es que las voluntades tras la empresa de llevar al chico de Minnesota al salón principal del Stockholms Konserthus, donde anualmente entregan el premio, también han llegado lejos.
Durante 2004 y según varios medios estadounidenses, el rumor era fuerte y sostenido. Ese año el ganador indiscutido sería Dylan, de hecho, ese mismo año, Newsweek se adelantó nombrándolo la figura cultural viva más importante del mundo, y Lars Forssell, miembro del jurado sueco, lo había señalado por televisión como un posible ganador. Entonces las prensas comenzaron a rodar y una pila de biografías, artículos, reediciones de discos y hasta una enciclopedia con la trivia de su vida explotó en las disquerías y librerías. Dylan, a diferencia de otros candidatos, puede vender. Y mucho. De hecho sólo en discos lleva ya 90 millones de copias vendidas y a eso hay que sumar los documentales, las biografías, las entradas a los conciertos y el resto del merchandising habitual.
Era el negocio en medio del interés académico por hacer ingresar sus letras al centro del canon, la piedra fundamental de toda postulación. Y hace sólo unas semanas esa tarea se cumplió cuando el gobierno británico lanzó el "Dylan Education Pack", un set con canciones del estadounidense para que los quinceañeros ingleses aprendan algo de poesía en los colegios. El argumento de los ingleses era muy similar al que alguna vez dio Nicanor Parra: "Tres versos de Bob Dylan justifican cualquier galardón, incluso el Nobel de Literatura".
Neil Corcoran es profesor en la Universidad de Liverpool y hace unos años aportó a la causa con "Do You Mr. Jones?: Bob Dylan with the Poets and Professors", una famosa antología crítica sobre las letras del estadounidense. "Lo de Dylan -escribe Corcoran desde su oficina e intentando explicar por qué una canción cabe en un premio literario- es una poesía admiradora y destructora de los clichés que todos siempre decimos. En ‘Visions of Johanna’ también hay versos simbolistas claramente identificables con la poesía de Rimbaud o Baudelaire". Pero en las antípodas de sus filiaciones con la poesía francesa, Joan Manuel Serrat apuntaba hace unos meses en medios españoles que Dylan es "un hombre que entiende las cosas de una forma lúcida y que aglutina todo un pensamiento de progreso, sin el cual no se entendería ni la música ni los últimos 50 años".
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Este 2007 la empresa iniciada por los amigos noruegos camina sola. Incluso, en la última postulación al premio, Gordon Ball advertía que hasta el mismo rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, había dicho públicamente que el estadounidense era "poética y musicalmente brillante". Joyce Carol Oates, la misma escritora con la que competirá este año, le dedicó uno de sus más famosos cuentos y, por si fuera poco, el best-seller inglés Nick Hornby dijo que "si la mejor música es la que se dirige al alma y no al entendimiento, me temo que toda la veneración a Dylan es en cierto modo antimusical". O cerebral, al menos.
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(,,) a fines del año pasado Gordon Ball, una vez más, envió la carpeta con la postulación de Bob Dylan a Estocolmo. Ahora, a través del correo electrónico, el académico sentencia que "tradicionalmente siempre han existido dos criterios para entregar el premio: el trabajo mismo y la tendencia idealista a beneficiar a la humanidad. Ambos están de sobra en las creaciones de Dylan".